jueves, 13 de enero de 2011

ANTROPOLOGÍA PURA

ANTROPOLOGÍA PURA

         Hoy me ha tocado visita al Servicio Nacional de la Seguridad Social, un servicio situado en un maravilloso edificio y atendido por unos educadísimos funcionarios (desde el que ocupa el puesto en la recepción hasta la señorita que amablemente atendió mi petición).

         Pero vayamos a lo que realmente nos importa. En el citado servicio me asignaron el número 63 y en el panel que determina la mesa a la que tienes que acudir figuraba en 44. Tuve tiempo para pasear, charlar y mirar atentamente a la gente que me rodeaba. Pues bien, delante de mí estaban 19 personas, distribuidas de la siguiente forma:
·        10 nacionales (digo nacionales en el sentido más amplio de la palabra).
·        3 magrebíes (realmente creo que eran tres marroquíes).
·        1 negro, negro (por lo que supongo era africano).
·        2 morenos, es decir con un color semejante al que tienen los veraneantes gallegos en Septiembre (por lo tanto, cubanos, venezolanos o colombianos).
·        3 pertenecientes a la etnia gitana (fácil de identificar porque el grupo estaba integrado por un hombre, una mujer y una prole infantil).

Es decir, casi el 50% de los demandantes del servicio eran extranjeros. Sonreí ante el descubrimiento y mi vecino de silla debió leer mi pensamiento porque se aprestó a decir: “No le de vueltas, la mitad de los funcionarios están al servicio de todos estos que no aportan más que gastos”. No contesté porque no deseaba que me tildaran de racista y volví a esbozar un gesto de asentimiento.

         Al salir del edificio público topé con dos amigos y juntos tomamos el típico café para mantener la característica conversación intrascendente y les comenté lo ocurrido. Uno de ellos, posiblemente el más simpático, me dijo si era capaz de distinguir a un inmigrante entre un grupo de gente y le contesté que posiblemente lo haría, aunque tuve mis dudas si el porcentaje de aciertos sería alto.

         Nunca te puedes equivocar si sigues estas pautas –me dijo cogiéndome del brazo y comenzando a hablar para los tres-. Guíate por lo siguiente:
·        De acuerdo con el color de la piel, la identificación es muy fácil: Si es negro como el betún, será africano; si es medio negro puede ser norteafricano o sudamericano; si es amarillo, por supuesto pertenece al continente asiático; si es de piel cobriza, puede ser magrebí o latinoamericano… No ofrecen dudas.
·        De acuerdo con su aspecto sólo pueden ser: asiáticos, por sus ojos rasgados y su cara plana como si hubieran tropezado con una inmensa sartén; africanos, sin posibilidad de error; magrebíes, delgados, con el pelo rizado y mirada entre amenazante y llena de desconfianza; sudamericanos, entre los que distinguirás varios especimenes: unos con la cabeza grande, cuerpo pequeño y cabellera extraordinariamente poblada, oriundos de Ecuador, Perú o Bolivia y el resto perteneciente al grupo de los chulos y con cara de no haber inventado el trabajo; e indios, afganos, pakistaníes…, con una eterna sonrisa que no sabes si es de amabilidad o de odio.
·        Si aún no estás totalmente convencido de su nacionalidad o continente, fíjate en su forma de vestir o hablar. Los asiáticos visten todos igual y no hablan, miran; los magrebíes parecen buscar algo en el suelo y semejan soltar eructos al hablar; los negros son como sombras; los indios o pakistaníes, sonríen con cara de bobos; los latinoamericanos, especialmente dominicanos, venezolanos y sobre todo colombianos, llevan una gorra de béisbol con la visera hacia atrás, unos pantalones grandes en los que parece que falta culo o sobra precisamente pantalón y piercings en las orejas, cejas, labios..., sin olvidar posiblemente las partes íntimas; y los argentinos y chilenos, hablan, hablan, hablan…, son todos ingenieros, psicólogos, arquitectos, médicos…, y todos sin excepción han llegado a España para contribuir a nuestro desenvolvimiento económico.
·        Y si después de todo esto, sigues manteniendo dudas, no te preocupes. Los inmigrantes llevan siempre una carpeta de plástico transparente llena de papeles y, en caso contrario, venden copias de discos o películas en cualquier calle.

¿Tiene algo de razón mi amigo?. No lo sé, pero a partir de hoy trataré de fijarme en las características por él enumeradas.