viernes, 29 de octubre de 2010

El inicio de una ilusión

Desde hace mucho tiempo creí que la música podía ser una nueva salida para dar rienda a mi imaginación. Sin dudarlo, decidí matricularme en una escuela oficial con el fin de aprender a tocar el instrumento soñado desde mi tierna infancia: la gaita.
Mi querido profesor me indicó la necesidad de comprar una flauta, un libro de iniciación de "Cuadernos de gaita" y, por supuesto, echarle mucho valor y paciencia.
Todo me pareció poco y, aunque en mi entorno familiar trataron de convencerme que mi oído musical no era el apropiado, que mis condiciones físicas no eran las idóneas y mi edad la más indicada, nada me hizo cambiar.
El primer día cogí la cartera, el cuaderno de gaita y la flauta y sin más preámbulos me senté para comenzar mi andadura musical. Me pareció difícil colocar los ocho dedos en los ocho pequeños y muy juntos agujeros del instrumento, pero cuando después de un largo tiempo lo conseguí, el problema era despegarlos y volverlos a situar en el lugar adecuado: siempre uno o más dedos se equivocaban de agujero y en algún momento la flauta se caía al suelo al no tener sujección alguna en mis extremidades superiores.
"Paciencia", me repetía el profesor. "Practica mucho en casa". Y lo hice. Pero después de dos semanas me doy cuenta que uno de mis dedos, el anular,  no sigue el ritmo adecuado. Se pega como una lapa al agujero que la lógica musical le ha destinado, no consigue tapar el agujero que le ha tocado en suerte y comienzo a pensar si mi hija no habrá puesto una pizca de pegamento con el fin de fijar el dedo y hacerme desistir de mi extraña y siempre deseada aventura.
Voy a continuar experimentando y pronto os informaré de mis adelantos o de mis desencantos y os diré lo que he hecho para conseguir que todos mis dedos funcionen por un igual y que la flauta deje de emitir esos desagradables sonidos que me sacan de quicio.

1 comentario:

  1. No no no...tu familia lo que te dijo no fue que tu oido musical no era apropiado sino que de orejas ibas sobrado.
    No te preocupes Luison, siempre tendrás alguien de tu familia al lado escuchando, auqnue nos tengamos que turnar (pobre vecinito de Perbes....)
    Besos

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