miércoles, 22 de diciembre de 2010

Historia de un profesor amante del jamón


Hoy no pensaba escribir en mi blog porque no deseo cansar a mis lectores (si es que realmente existe alguno) con mis elucubraciones, pero una noticia en la prensa me ha producido desasosiego, pavor, consternación y, ante todo, una sensación de impotencia que creo no superaré en mucho tiempo.

Titular de El País, edición de Andalucía: Un alumno musulmán denuncia a un profesor tras discutir sobre el jamón.

Titular de La Voz de Galicia: “Es ridículo”, afirma el profesor denunciado por hablar del jamón. Un alumno musulmán le pidió que cambiase de tema en clase porque le ofendía.

Titular de ABC: El profesor que habló del jamón “La denuncia es ridícula, insostenible y grotesca”. Responde el maestro de instituto denunciado por la madre de un alumno musulmán que consideró inapropiado hablar del jamón en clase.

(Mientras en el propio periódico leemos la noticia: El cineasta iraní Jafar Panahi ha sido condenado a seis años de prisión y se le ha prohibido hacer cine, escribir guiones o viajar el extranjero en los próximos 20 años, informó hoy su abogada, Faride Gheirat.
La abogada, citada por la agencia local iraní Isna, señaló que el director ha sido acusado de conspiración y propaganda contra el gobierno. Además de la pena de prisión, a Panahi se le ha prohibido realizar películas, escribir guiones, viajar al extranjero y dar entrevistas a medios de comunicación locales o extranjeros).

            Supongo que el niño musulmán en cuestión habrá dicho su comentario o advertencia de forma casual y posiblemente como una broma (aunque creo realmente que estos niños no tienen imaginación ni siquiera para gastar bromas), pero lo inaudito es que una madre normal haya hecho caso al comentario de su vástago, y más insólito que la policía haya perdido el tiempo en tramitar tamaña denuncia.

            ¿Se imaginan ustedes a uno de nuestros niños que en un colegio marroquí, argelino,… y ya no digamos yemení, iraní o saudita, cuando el profesor impusiera postrarse para rezar mirando a La Meca, le dijera que lo denunciaba por atentar contra su religión?. ¿Lo dilapidarían o simplemente lo condenarían a cadena perpetua?.

            Creo, una vez más, que somos los quijotes de occidente y esta nueva gente que ha llegado a nuestra tierra se permite toda clase de objeciones, provocaciones y violaciones de nuestras más elementales normas. Como diría uno de los chicos de hoy utilizando la manida frase “Es lo que hay”.
           


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